AQUELLOS QUE ME SIGUEN

domingo, 27 de abril de 2014

TRAVESURAS DE LA NIÑEZ


 
Los días tristes y aburridos porque llueve, ventea y las nubes no nos dejan disfrutar del sol, invitan a quedarnos en casa que es en donde  se está mejor,  y más calentitos  en el caso de que, para rematar, haga también frio.

Si es un domingo nos dedicamos a leer,  escuchar música, ver una peli o entretenernos haciendo alguna chapuza en la casa. Pero también tendremos tiempo de reactivar nuestros recuerdos tan celosamente guardados en nuestro archivador mental.

En este caso, el de los recuerdos, me vino uno de repente  que os voy a contar. Se trata de una travesura de niños de 9 o 10 años, cometida por la pandilla de amigos de todos los días.

Cuando llegaba la navidad teníamos que hacer el árbol y el nacimiento. En aquellos tiempos, la década de los 50 era obligatorio hacerlo, no porque nos obligaran nuestros padres, sino porque nos gustaba hacerlo, y, además, nos proporcionaba una aventura. Para ello, necesitábamos musgo o hierba especial para extenderla y poner las figuras,  hacer los ríos y poner las casitas con el portal.

Bueno. Pues ahí empezaba nuestra travesura, la pandilla de amigos que constaba de 5 o 6 miembros,  nos íbamos a la Estación del Ferrocarril de A Coruña,  y andábamos por las cunetas de las vías del tren. En aquella época eran  locomotoras de vapor. Recorridos unos seiscientos metros aproximadamente, había un túnel que cruzábamos emocionados como si entráramos en la cueva de los monstruos. Dicho túnel tenía en un lado un borde de unos 50 centímetros de alto por igual medida de ancho, su piso eran losetas y por su interior  corría el agua. Bien. Pues subidos a ese borde, en fila de a uno y a buen paso cruzábamos dicho túnel de unos 400 metros de largo  esperando que no nos pillara el tren.

Imagen bajada de Internet
Al llegar al otro lado, subíamos al monte y allí se encontraba el mejor musgo del mundo y todo para nosotros. También levantábamos piedras y cogíamos alguna culebra que podría llegar a medir 30 o 40 centímetros, creo que se llamaban (escánceres), los metíamos en bolsas y luego asustábamos a las niñas del barrio. Cuando empezaba a caer la tarde bajábamos y vuelta a empezar, era la parte más emocionante, alguno gritaba, “acordaros, si viene el tren nos pegamos todos contra la pared y aguantamos la respiración”. Hecho.  Ya dentro, cuando llevábamos cien metros recorridos oíamos  al  tren y nos entraba el miedo, ya casi encima nuestra nos  pasaba el monstruo de acero con un ruido infernal que hacía que se nos  aflojasen  todos los tornillos del cuerpo. Todos parados y contra la pared aguantábamos  la respiración para evitar respirar  el vapor que despedía la máquina. Una vez que el tren había pasado, soltábamos el aire y nos salía con vapor, no dábamos crédito. Desde luego nos quedaba un tembleque a todos durante unos minutos  con el miedo que teníamos dentro. Lo hicimos unos cuántos años, no recuerdo en estos momentos si fueron cuatro o cinco, pero por lo menos unas 4 veces nos sorprendió el tren dentro.

Nuestros padres estaban en la creencia de que estábamos jugando en el barrio como siempre lo hacíamos, y ya veis, que travesura más irresponsable. Hoy no sería capaz de hacerlo, es lógico  y natural, pero cuando uno es niño o adolescente….

Hasta pronto..    

 

4 comentarios:

  1. ¡¡Qué bonito es recordar esos episodios de la niñez!!.

    Nuestra inocencia nos hacía indiferentes a los peligros y éramos felices con pocas cosas.

    Lo maravilloso de aquellos tiempos, es que estábamos rodeados de grandes amigos. Algunos quizás estén a nuestro lado pero, otros, puede ser que ya se nos escape lo que puede haber sido de ellos.

    Entrañable esta entrada.

    Un besito grande.

    ResponderEliminar
  2. Claro que sí Amalia. Es muy bonito poder recordar aventuras o travesuras de nuestra niñez, y es verdad que esos amigos de la infancia fueron desapareciendo, de los 5 me veo con uno de vez en cuando. El resto no sé donde están, imagino que casados y con hijos y trabajando para mantenerlos, jajajajajaja. Eso nos pasó a todos. Efectivamente nos conformábamos con muy poco. Mi hermano y yo nos tuvimos que conformar más de una vez por reyes con una pistola de agua cada uno. En fin. Me alegro que te gustara el post. Un beso.

    ResponderEliminar
  3. ¿Y yo que pensaba que tenias cara de buen niño ? ¡ las apariencias engañan ! , pero bueno hay que entenderlo, tampoco en aquellos años teníamos grandes cosas para entretenernos , con muy poquito nos bastaba pero creo que eramos felices como ahora lo somos al recordarlo . Muxu Bat

    ResponderEliminar
  4. Angeles, reconozco que fui muy travieso pero no malo. En aquellos años se jugaba en la calle, por lo que a una edad de 9 o 10 años si no tenias alguna aventura, los chavales te llamaban cobardíca. La verdad es que se la jugamos a nuestros padres más de una vez. Contaré alguna mas. Un bicoooooooo para ti.

    ResponderEliminar