Quiero hacer hoy una muy humilde referencia al primer presidente de la
democracia española Adolfo Suárez, a quien tuve el honor de estrechar la mano
en una comida, imagino ofrecida por el partido de UCD y a la que
fuimos contratados para actuar en tal evento, en el Hotel Finisterre de esta ciudad de A
Coruña. Sabiendo el empacho de información que nos han metido los medios de
comunicación desde su fallecimiento, me lo vais a permitir, y si no, lo
escribiré igual porque me apetece y quiero.
Mi generación y otras anteriores, vivimos la transición habida en
España de la dictadura franquista a la
democracia. Después de la muerte de Franco, muchas cosas empezaron a dar la
vuelta en este país. Todos sabemos que Suárez fue franquista y se formó dentro
de ese régimen dictatorial, pero como otros muchos que, por supuesto, no voy a
nombrar aquí porque no es el caso, pero que luego formaron parte de su partido político,
Unión de Centro Democrático (UCD).
Como presidente del Gobierno tuvo infinidad de reuniones en aquellos días con los líderes de las
fuerzas políticas, militares y cargos
importantísimos en aquella época. Su carácter afable, su capacidad de diálogo,
y su poder de convencimiento, logro el acercamiento de aquellos que, como él, habían ostentado el
poder absoluto en el país. La fortaleza del franquismo era total, por lo que le
debió ser dificilísimo convencer a los gerifaltes incluidos los
militares que habían sido uña y carne con el caudillo.
Suárez era un hombre bueno y consciente de que el
régimen tenía que cambiar. Designado por el rey para ocupar la presidencia del
Gobierno, se lanzó a acometer las reformas eso sí, con mucho cuidadín,
consiguiendo la concordia entre las varias Españas que había en aquellos años.
Seguro que como él había otros muchos, por supuesto, no iba a ser él solo, por Dios. Yo he conocido a
varias personas que eran falangistas y
tenían cargos, y puedo certificar que eran pedazos de pan, vamos, que nunca le
habían hecho daño a nadie, sino todo lo contrario, ayudaron a muchas personas
pobres que no tenían nada que ver con la falange pero estaban en muy precarias
condiciones económicas. Pero también es
cierto que los había malísimos como personas, y por tanto tenías que andar con
cuidado y apartarte de ellas si no querías tener problemas.
Por eso en los partidos siempre existen los detractores y los que
acuchillan a traición. España ya con “un golpe de estado” (23 de Febrero de
1981) en la espalda, no se podía exponer
a sufrir otro que, seguramente, podría
ser definitivo para imponer en el país otra dictadura militar. Suárez, una vez
conseguido lo más importante, como la legalización de los partidos políticos,
sindicatos y la Constitución, como garante de las libertades democráticas. Así como Los Pactos de la Moncloa para
combatir la crisis económica y laboral,
dimitió de su cargo para evitar así otro posible levantamiento militar,
además de los políticos que anhelaban su marcha para hacer su política
particular, relegándolo a la soledad y traición política más absoluta.
En fin. Que lo que tenemos ahora en política, no se le parece en nada a
la practicada por este hombre de honor y altos principios, así como su honradez
demostrada que gobernó para el bien del pueblo, no digo que fuera perfecto pero dejó las puertas abiertas para que los
venideros lograran una democracia más fortalecida, lo cual no se consiguió en
absoluto por los políticos que tenemos en la actualidad, más bien porque a
ninguno de los partidos PP y PSOE les ha interesado. Y mire por donde se mire,
no le llegan ni a tocar las puntas de los zapatos a Adolfo Suárez González, el
mejor presidente que tuvo España desde la democracia, y por tanto, todas las
honras militares y políticas que se le han hecho, se le debían. D.E.P.
Las fotos han sido bajadas de Internet.
Hasta pronto.