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miércoles, 3 de abril de 2013

RECUERDOS DE MI PRIMER VIAJE IMPORTANTE. SEGUNDA PARTE


 

 

Bueno, creo que podría quedar un poquito mejor   el recuerdo de mi viaje a Japón  descrito en la entrada anterior, si hoy  que me encuentro animado y sin intención de ser pesado, os cuento  un poquito más. Me lo pasé tan bien y vimos tantas cosas curiosas y nuevas  para nosotros en aquella década,  que siempre perdurarán en el interior de todos los que allí estuvimos.
                                                                                        Un servidor en el Hotel de Nara

                                                   
                                                                Una calle de Tokio
Tokio, Kioto y Nara,  eran y son  unas ciudades entre monumentales y preciosas, tenían bellos jardines y parques. Los japoneses gustan de tener un jardincito en sus casas.  Templos religiosos muy adornados y  construidos  en madera. Estaban rodeados de ciervos a los que les gustaba comer en tu mano unas galletas que vendían en unos chiringuitos para ese menester.  El paisaje es precioso, tiene su parte montañosa y agreste, muy oriental  y buena vegetación, pero en cuanto al sol, un símbolo en su bandera, por eso le llaman “la tierra del sol naciente”,   nuestra sorpresa fue que la mayoría de los días permanecían  nublados y lo ocultaban. Eso sí, hacía  un calor bochornoso.

                                                                     Zona de Ginza


                                 
                                                                    Torre de Tokio
Sus gentes, tanto hombres como mujeres vestían de  la forma tradicional, por lo que nos causaba sorpresa verlas con su kimono, su Obi (lazo)  y sus getas o sandalias de madera    en los pies, y a su lado, transitaban otras personas vestidas igual que nosotros. He conservado amistad con varias personas durante años, incluso una de ellas vino a España de vacaciones. Como cosa curiosa que nos dejó boquiabiertos en Tokio,  fue  una calle ancha totalmente remachada en planchas de  acero y totalmente hueca. El motivo era que estaban construyendo el metro y alguna estación. Los automóviles hacían muchísimo ruido al pasar por encima de los remaches de acero. Cuando mirábamos por un huequecito de una valla, quedábamos impresionados por la profundidad en la que estaban trabajando. Sentíamos la necesidad de echar a correr y escapar de esa calle.

                                                         Jardin con templo en Kioto



                                                Un servidor con una japonesita en Kioto
La comida ¡¡Ay la comida!! Fue lo único que nos costó a todos digerir, porque era muy extraña, distinta para nosotros. Paseábamos por la zona de  Ginza y como había muchos restaurantes nos venían todos los olores que desprendían las cocinas niponas, pero nuestro olfato no llegó a reconocerlos como apetitosos. Hacían sopa con raíces de árboles;  ballena con escarola; pescado crudo con arroz  y no sé cuántas cosas más que ahora no recuerdo. Como eran tan corteses, y dándose cuenta del problema, siempre sonriendo  con nuestra expedición, tuvieron   el detalle de darnos  pollo asado con patatas moldeadas como si fueran churros. -Así les gustará la comida, a la europea, nos decían. Nosotros todos contentos y agradecidos, el problema era cuando estrenábamos ciudad,  pues los japoneses  nos   obsequiaban con sus platos favoritos y con una sonrisa teníamos que degustar. También tengo que decir que probamos en varias ocasiones el famoso “Sake”, bebida alcohólica japonesa   hecha a partir del arroz y que no estaba mal, calentaba, calentaba. Ahora ya han cambiado algunas cosas en Japón.

                                                                     Hiroshima




                                                                        Hiroshima




                                                               Nara jardín Isue-En


                        Un servidor con dos amigos japoneses interesados en vestir nuestro traje
Actuábamos en todas las ciudades que visitamos, mencionadas en mi anterior entrada, en grandes pabellones de deportes con cabida para 30 mil personas, en fin,  una barbaridad, pero si pensamos que en 1967 Japón tenía más de  noventa millones de habitantes, desde luego, para ellos no eran  tan grandes. Hoy son más de cien millones. Y por último, solo me queda mencionar a la Organización del programa y de espectáculos, fue impecable. Los japoneses son súper organizados, nos trataron a cuerpo de rey. Eso sí, muy rígidos, pues no aceptaron una invitación que nos hicieron  desde Filipinas, concretamente  su capital Manila, con el fin de actuar durante dos días. Fracasó por la tenacidad de los Japoneses que no aflojaron diciendo  que no podía ser porque lo que estaba organizado  había que cumplirlo. Aunque en ese momento nos desilusionó, no tuvimos más remedio que darles la razón,  pues sin ninguna duda la tenían toda. Cuándo llegue a casa pesaba ocho kilos menos, seguramente por el ajetreo del viaje, dormir poco, las comidas, en fin,  pero llegué feliz y flotando en una nube sin asimilar todavía el viaje que había realizado.

6 comentarios:

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    1. Miguel Angel, te agradezco sinceramente el comentario, lo creas o no, me da ánimo y un poco de satisfacción para seguir adelante.

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  2. Estupenda descripción de un viaje realmente interesante y merecedor de guardar en el álbum de los mejores recuerdos.

    Un abrazo y buena suerte con su recién estrenado blog.

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    1. Amalia: Muchas gracias por detenerte en mí blog y me llena de alegria que te haya gustado el tema. Además deseo darte las gracias por hacerte seguidora de mi humilde blog. Gracias.

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  3. Buenas tardes señor Paradela,
    yo le quería hacer una pregunta, ¿no fue en Japón donde usted extravió la gaita y tuvo que tocar finalmente con una gaita Escocesa? quizá me equivoque y esto le haya sucedido en otro país, si así fuere, ruego nos cuente su aventura y hágalo pronto que ya me quieren meter en el sarcófago.

    Atentamente,
    A. Cachafeiro.

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    1. Jajaja. Que alegria me da usted Sr. Cachafeiro. Efectivamente tuve ese percance pero no fue culpa mía sino de.......Le prometo que en el próximo post, le contaré esa pequeña anécdota o aventurilla que me lo hizo pasar muy mal. Muchas gracias por su comentario. Se lo agradezco sinceramente.

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