Hola amigos: Con esta entrada remato la historia de mi relación con el folclore, vivencias y viajes durante cuarenta y tres años. Pido disculpas por haberlo hecho un poco largo pero no veía la forma de hacerlo más abreviado. Gracias.
El último viaje que hice promocionado por la Xunta de
Galicia fue a Venezuela en el año 1998,
a Venezuela otra vez. Quien me lo iba a decir, y en esta ocasión, nada más y nada menos que a Puerto Ordaz (Guayana). Fue un viaje para
recordar toda la vida.
Al llegar al Aeropuerto de Maiquetía, tuve que esperar cuatro
horas para enlazar con el avión que me llevaría a mi destino, nada menos que
dos horas de vuelo. En mi espera, me vino a acompañar un amigo que había hecho
en el viaje anterior, y que era el padre de un alumno. Nos fuimos a la
cafetería, nos sentamos, pedimos unas bebidas y nos pusimos a charlar.
Al llegar a Puerto Ordaz con agotamiento, me dio la vida que
me estaba esperando un directivo de la Hermandad Gallega, era de Lalín - Pontevedra,
y se llamaba Luís. Este señor me ayudo y facilitó todos los trámites del
aeropuerto, y fue con quien tuve más contacto en los quince días que estuve en
la Guayana, demostró ser un hombre buenísimo y servicial. Al llegar a la Hermandad, me estaban
esperando el resto de los directivos y el presidente, cenaron conmigo en una
mesa del restaurante de la entidad. Eso sí, lo primero que hice fue correr y
ponerme debajo del aparato del aire acondicionado y así poder refrescarme. El calor que hacía era sofocante, ellos se reían. Charlamos distendidamente de las cosas de
Galicia y de P.Ordaz. En fin, de toda la problemática de inseguridad que tenía
Venezuela, y como no podía ser menos, también hablamos de cómo se iban a
desarrollar las clases.
Tengo que decir que también llegó al aeropuerto una chica que, curiosamente, también era de Lalín, se llamaba Beatriz, enviada por la Xunta de Galicia para impartir
un curso de gallego en la Hermandad, por
un tiempo de 30 días. Era más joven que yo y muy simpática, tenía buen carácter
y era muy habladora, menos mal, me dije
a mi mismo, por lo menos no me aburriré.
Al día siguiente, me presentaron a los alumnos y empezamos
las clases, tuve que seleccionar tres
grupos o niveles incluida la banda de gaitas. La verdad es que no dejaron que
me aburriera.
Por las mañanas, como estaba libre me bañaba en la piscina de
la Hermandad. Un día que estaba bañándome con unos cuantos alumnos, cayó una
tormenta con aparato eléctrico que me asustó enormemente pues los rayos casi
nos caían en la piscina, por lo que mande salir a todos del agua por miedo a
que pudiera caer uno y dejarnos fritos a todos, el calor seguía siendo
asfixiante.
Pasados unos días, Luís nos dice a Beatriz y a mí que para el
sábado nos iba a llevar de excursión y
que duraría dos días, es decir, hasta el domingo por la tarde, el viaje iba a ser largo hasta la frontera con
Brasil, para ello, tendríamos que cruzar un poco la selva amazónica venezolana
y la Gran Sabana, por lo que nos recomendó a mí y a la chica la vestimenta
apropiada que debíamos de llevar,
también vendas, desinfectantes, esparadrapo, gafas de sol y sombrero,
como solía decir el, por si acaso…Conocedor de la movida en la selva sabía de
sobra lo que había que llevar, además
tenía que ir a su gasolinera y así saludaría a su hermano. Aparte tenía una empresa de
recambios en Puerto Ordaz..
Llegado el sábado salimos por la mañana temprano. El viaje lo
desarrollamos en una camioneta de lujo creo que de la marca Dodge, tenía caja
para carga y seis plazas estupendas para viajeros. Ya de camino, fuimos
observando pueblos, y paisajes que él nos iba explicando. Nos enseñó el río
Caroní y el Orinoco, eran enormes. Poco
a poco nos adentramos en la Gran Sabana, sus llanuras eran inmensas pero
también divisábamos alguna cascada preciosa, valles enormes, los famosos Tepuys
(mesetas abruptas de paredes verticales y cumbres planas), y algún pueblecito con casitas redondas y
techos de paja terminados en punta.
Lentamente el paisaje iba cambiando, solamente de pensar que
estábamos cruzando la Gran Sabana nos
hacía flipar. Beatriz me decía que tenía un poco de miedo y yo le contestaba –
Tranquila, que está contigo Superman, y
nos echábamos a reír los tres.
![]() |
Impresionante Tepuy-Gran Sabana |
Una parada para echar gasolina. Observando el carro (como
llaman ellos al automóvil) nos dimos cuenta que Luís llevaba un revólver y un
machete metido en una bolsa de plástico blanca que colgaba del brazo de las luces situado en el salpicadero
del auto, por supuesto le preguntamos el motivo de llevar un arma, a lo que nos contestó que por si acaso, que
como ya habíamos comentado, la seguridad en este país es poca. Bueno, lo
entendimos, gracias a Dios no hizo ninguna falta. Llegó la hora de comer y lo
hicimos en un pueblecito de cuatro casitas,
en un chiringuito con un toldo y una terraza; allí nos comimos unos
filetes de bovino con patatas fritas,
(ya no sé más) y me refiero a la
carne, solo sé que estábamos tan fritos
como la carne por culpa de una maldita temperatura bochornosa de cerca de 40 grados y que atraía
a los mosquitos por doquier, por lo que
no nos quedó más remedio que salir a toda prisa.
Continuamos el camino hasta que hicimos un alto para ver la
“Quebrada de Jaspe” Qué pasada!!! El agua de la cascada se veía totalmente roja
debido a la piedra de ese color el “Jaspe”, claro. Antes de acceder a las
cataratas, nos paró la policía preguntándonos que íbamos a hacer allí, parece
ser que mantenían una vigilancia todo el día porque la gente suele ir a romper
piedra para luego venderla y está prohibido por ser un Parque Nacional, desde
luego, fue una gracia de Dios concedernos ver esas maravillas de la naturaleza, quedamos
totalmente impresionados.
![]() |
Quebrada de Jaspe |
Poco a poco veíamos cada vez más cerca la selva amazónica,
penetramos en ella siguiendo la carretera, pasados 45 minutos Luis nos dijo que
íbamos a parar en la cuneta para oír a los pájaros y a los monos y los veríamos
saltar entre los árboles altísimos que daban sin remedio una penumbra en el
interior de la selva. Se hizo el
silencio y no oíamos nada que no fueran los pájaros en la lejanía. Extasiados
mirando hacia arriba tratando de ver y
oír a los monos, Luís nos dice que
seguro que ellos nos están viendo a nosotros. Entonces sacó de la cintura su
revólver y nos mandó apartar un poco; nos dijo, atentos y efectuó un disparo al
aire que casi hizo que se nos cayeran
los pantalones; en ese momento, vimos a los monos y a la madre que los parió saltando por los árboles y gritando
alocadamente, permanecieron así durante unos minutos hasta que se callaron de
nuevo.
![]() |
Tepuy y amazonas al fondo |
Tragando kilómetros por la carretera de una selva amazónica
impenetrable y oscura, llegamos a una explanada enorme con un asentamiento de
edificaciones sencillas, también había una gasolinera, paramos y nos dijo que
era la suya y la de su hermano, nos lo presentó más tarde. Esperamos a que
terminaran de hablar o arreglar sus cosas, nos despedimos y seguimos viaje.
Al poco tiempo nos dijo que estábamos llegando a El Dorado,
un pueblo que había sido fundado por un general y en el cual se hallaba la
prisión de más seguridad de Venezuela, la verdad que no le recomiendo a nadie ir solito y parar en
ese pueblo, a Beatríz y a mí no nos daba mucha confianza, era nuestra
impresión. El Dorado era una pequeña
ciudad de edificaciones bajas, de poca altura, muy sencillo y la pintura de las
casas estaba bastante deteriorada (Hablo de 1998). Había mucha gente en
sus calles estrechas, con los carros
aparcados subidos hasta la mitad en las aceras,
casi no se podía circular con un coche. La explicación que Luís nos
dio es que había muchos buscadores de
oro y diamantes, que cerca de allí pasaba un río que tenía el metal, por supuesto estaban en la selva para lo que abrían una pista con
excavadoras hasta llegar al río para establecerse, cuando encontraban algo de
oro venían al pueblo para aprovisionarse y se lo gastaban todo en juergas, bebidas
y……en lo que cayera, ese era el motivo
por lo que siempre estaban en la pobreza, por lo menos la mayoría, aunque
algunos podían destacar, no todos tenían la suerte de encontrar el metal y
piedras precioso. En fin, una vida aventurera que te podía durar dos días, seis
meses, un año o lo que Dios quisiera, y total para nada.
Nos llevó al río que pasaba por el pueblo, era bastante ancho
y en el medio había una isla, esa era la
prisión, sin murallas ni muros, pero sí unas rejas imaginamos que
electrificadas. El Estado controlaba el
interior con la policía, puestos de vigilancia, imagino que serían barracones
donde habitaban los presos. El motivo de
que no se fugaran es que el río a ambos lados estaba infestado de peces,
digamos carnívoros, es decir, como las
pirañas, así que, el que intentara
fugarse no tenía otro camino que el río y nadando, un río sin corriente y por tanto estancado, la única suerte era morir
comido por dichos peces a los que
el Estado cuidaba convenientemente para que permanecieran allí. Las barcas de
transporte estaban en tierra firme custodiadas por la policía con metralleta
que además vigilaba el rio. Guauuu!!
![]() |
Plaza principal de El Dorado |
Seguimos el viaje por la carretera principal charlando y
disfrutando de todo el paisaje que veíamos, después de dos horas más de viaje
llegamos a Santa Elena, un pueblo también pequeño y fronterizo con Brasil. Paramos en un Hotelito
y pedimos tres habitaciones y nos quedamos en el restaurante para cenar,
cansados y agotados, nos fuimos todos a meter en el sobre porque al día
siguiente teníamos que madrugar
![]() |
Santa Elena |
![]() |
Fontera de Venezuela con Brasil. Un servidor estuvo ahí |
Por fin llegamos a la frontera por Pacaraima, el primer pueblo de Brasil, estuvimos un rato
visitándolo y nos dimos la vuelta. Fue una gran satisfacción haber llegado y estado en Brasil. Fin del viaje de ida,
claro. Pero no nos quedó más remedio que iniciar el de vuelta a Puerto Ordaz,
así que, nos pusimos manos a la obra
No paramos hasta su gasolinera, llenó el depósito, y en
compañía del hermano nos fuimos a comer. En el transcurso del viaje y cruzando
la selva amazónica, paramos en un pueblecito pequeño, quería presentarnos a dos
gallegos que vivían en el con sus respectivas parejas, las dos nativas criollas
y mucho más jóvenes que ellos que rondaban los 75 años y ellas unos 40. Eran
felices y no había más que hablar, por eso vivían en la selva. Mi otro yo, el
yo que tenemos todos dentro me decía – Dios mío, a donde se vinieron a vivir
estos gallegos, pero en fin…cada uno….Seguimos viaje e hicimos dos paradas en
la selva, precisamente en esas pistas de las que os hablaba antes, abiertas por
las excavadoras para los buscadores de oro, nuestro anfitrión salió con su
revolver en la mano y nos introducimos por dicha pista unos 40 metros con el
objeto de oír la variedad de pájaros y animales que emitían los múltiples
sonidos. Luego nos dijo que el motivo de llevar el revolver era por si pudiera
aparecer algún animal salvaje o animal humano, en la selva nunca se sabe
Pasadas unas horas y
cruzada la parte que correspondía de selva, salimos de lleno a la Gran Sabana
para llegar en poco tiempo a un pueblo
indígena con las casitas redondas y tejados de paja, casi igual al que vimos a la ida. Paramos un ratito para
estirar las piernas y entramos en una pequeña
cafetería a tomarnos unos refrescos. Seguimos hasta llegar a unas
cataratas que eran relativamente pequeñas pero preciosas, sacamos fotos y otro
recuerdo que llevamos Beatriz y yo
fueron los mosquitos. Eran insignificantes, pequeños y negros, nos
martirizaron la cara y los brazos. En fin… poco a poco el día se fue
convirtiendo en atardecer y fuimos llegando
a Puerto Ordaz.
![]() |
Esta es la cafeteria de la Hermandad, en esas mesas se sentaba un servidor. A la derecha está el comedor y arriba las oficinas y salones. Fuera un gran espacio para eventos y la piscina- |
Con algunos de mis alumnos |
Al día siguiente, lunes continué las clases que con la
colaboración e interés de los alumnos se fueron desarrollando
satisfactoriamente.
Para el viernes tenían preparada una fiesta en mi honor dado
que las clases estaban rematando, prepararon la gran terraza para la
celebración, Llegado el día, el espacio se iba llenando de gente, sobre las
13,30 horas llegó una furgoneta con el cáterin preparado y después de comer
empezó a tocar una orquesta hasta el atardecer. Aquello fue un desparrame por
lo que yo me sentía feliz y satisfecho por haber hecho bien mi trabajo, porque
los alumnos habían aprendido y por toda aquella gente de mi tierra que por
avatares de la vida, un día tuvieron que irse para Venezuela a buscarse la
vida, unos triunfaron y otros menos. Yo les miraba y pensaba que nunca más les
volvería a ver…pero en fin era la vida así, el caso es haber hecho las cosas lo
mejor posible. Y para terminar, solamente decir que solo siento gratitud y
admiración por ellos. A todos, muchas gracias.
Espero que os haya gustado esta
mi historia folclórica. Ahora, en la
actualidad, solo ensayo con mi compañero Manolo y una vez al año toco con sus
hijos, (con los míos es imposible al hallarse fuera de Galicia), en la famosa comida tradicional que ofrece.
La cuestión es que al no ensayar se van perdiendo facultades, pero únicamente
se trata de meterse en el recuerdo que un día fue realidad. Hasta
pronto amigos.
Muy interesantes sus avatares en el mundo del folclore gallego, es pena que llegue a su fin, era agradable compartir las experiencias que otros no hemos podido vivir. Espero siga deleitándonos con noticias o anécdotas. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias. La verdad es que todavía me quedan muchas cosas en el tintero, de unas me acuerdo y de otras menos. Más adelante seguramente contaré otras vivencias, pero de momento, habrá que relajarse. Hay muchas cosas más que contar no cabe duda. Le agradezco su amabilidad por hacer un alto en mi blog. Un cordial saludo, y un abrazo..
Eliminar¡No es posible que esto termine!nos hemos sentido como viviendo en primera persona todas tus experiencias, esta ultima (esperemos que no sea la ultima)¡que aventuras y que lugares tan maravillosos .Hasta pronto Un abrazo
ResponderEliminarHola Ángeles, muchas gracias. Te gusta recordar verdad. Bueno, ya contaré más. Lo que ocurre es que no quiero ser pesadito extendiendo mucho el tema, podría llegar hasta las doce partes, pero así saben mejor. Jajajaja. Un bico.
EliminarHa sido sumamente agradable repasar contigo todos estos viajes y anécdotas que has tenido la amabilidad de compartir con nosotros.
ResponderEliminarDa penita que, como dices, haya llegado a su parte final pues era estupendo esperar el siguiente capítulo.
Lo has contado de una manera sencilla y muy grata. Un auténtico placer pasar por aquí y disfrutar de todas esas divertidas e interesantes experiencias que la música te ha proporcionado.
Muchas gracias y un besito grandote.
Muchas gracias Amalia. Efectivamente podría llegar al capítulo 12, pero tampoco quería excederme. Aun así, puede que hayan sido un poco largos. Si he conseguido que estas historias os agradaran me doy por satisfecho. Sois un encanto como comentaristas. Un beso para ti.
EliminarMe gustó muuuucho este relato!!! Aunque... eso de que "nunca los volvería a ver"... ejem, ejem, que habemos alumnas muy pesadas que perseguimos a los porfes por doquier, jejeje. Aunque sea en fotos sí que nos hemos vuelto a ver! jejeje. Besitos de una alumna de Puerto Ordaz! Pili.
ResponderEliminarPd: me he tropezado con este blog por casualidad buscando otra cosa en Google!
Holaaaaaaa, Pili. Que alegria. Muchas gracias por pararte en mí blog. Tienes razón, reconozco que me faltó decir salvo excepciónes. Que linda es Venezuela, fue un viaje maravilloso y conocí a grandes personas y puedo presumir de habertenido unas alumnas excelentes, por ejemplo, tú. Un beso grande para tí.
Eliminar...me reafirmo en mi afirmación: de mí no se libra nadie tan fácil!!! Jajajaja!!! Biquiños! Pili.
ResponderEliminar