AQUELLOS QUE ME SIGUEN

martes, 17 de septiembre de 2013

MI AFICIÓN A LA GAITA Y AL FOLCLORE GALLEGO. PARTE 9, FINAL




Hola amigos: Con esta entrada remato la historia de mi relación con el folclore, vivencias y viajes durante cuarenta y tres años. Pido disculpas por haberlo hecho un poco largo pero no veía la forma de hacerlo más abreviado. Gracias.  

El último viaje que hice promocionado por la Xunta de Galicia  fue a Venezuela en el año 1998, a Venezuela otra vez. Quien me lo iba a decir, y en esta ocasión,  nada más y nada menos que  a Puerto Ordaz (Guayana). Fue un viaje para recordar toda la vida.
Al llegar al Aeropuerto de Maiquetía, tuve que esperar cuatro horas para enlazar con el avión que me llevaría a mi destino, nada menos que dos horas de vuelo. En mi espera, me vino a acompañar un amigo que había hecho en el viaje anterior, y que era el padre de un alumno. Nos fuimos a la cafetería, nos sentamos, pedimos unas bebidas y nos pusimos a charlar.
Al llegar a Puerto Ordaz con agotamiento, me dio la vida que me estaba esperando un directivo de la Hermandad Gallega, era de Lalín - Pontevedra, y se llamaba Luís. Este señor me ayudo y facilitó todos los trámites del aeropuerto, y fue con quien tuve más contacto en los quince días que estuve en la Guayana, demostró ser un hombre buenísimo y servicial.  Al llegar a la Hermandad, me estaban esperando el resto de los directivos y el presidente, cenaron conmigo en una mesa del restaurante de la entidad. Eso sí, lo primero que hice fue correr y ponerme debajo del aparato del aire acondicionado y así poder refrescarme. El  calor que hacía  era sofocante, ellos se reían.  Charlamos distendidamente de las cosas de Galicia y de P.Ordaz. En fin, de toda la problemática de inseguridad que tenía Venezuela, y como no podía ser menos, también hablamos de cómo se iban a desarrollar las clases.
Tengo que decir que también llegó al aeropuerto una chica que, curiosamente,  también era de Lalín, se llamaba Beatriz,  enviada por la Xunta de Galicia para impartir un curso de  gallego en la Hermandad, por un tiempo de 30 días. Era más joven que yo y muy simpática, tenía buen carácter y era muy habladora,  menos mal, me dije a mi mismo, por lo menos no me aburriré.
Al día siguiente, me presentaron a los alumnos y empezamos las clases,  tuve que seleccionar tres grupos o niveles incluida la banda de gaitas. La verdad es que no dejaron que me aburriera.



Por las mañanas, como estaba libre me bañaba en la piscina de la Hermandad. Un día que estaba bañándome con unos cuantos alumnos, cayó una tormenta con aparato eléctrico que me asustó enormemente pues los rayos casi nos caían en la piscina, por lo que mande salir a todos del agua por miedo a que pudiera caer uno y dejarnos fritos a todos, el calor seguía siendo asfixiante.
Pasados unos días, Luís nos dice a Beatriz y a mí que para el sábado nos iba a llevar  de excursión y que duraría dos días, es decir, hasta el domingo por la tarde,  el viaje iba a ser largo hasta la frontera con Brasil, para ello, tendríamos que cruzar un poco la selva amazónica venezolana y la Gran Sabana, por lo que nos recomendó a mí y a la chica la vestimenta apropiada que debíamos de llevar,  también vendas, desinfectantes, esparadrapo, gafas de sol y sombrero, como solía decir el, por si acaso…Conocedor de la movida en la selva sabía de sobra lo que había que llevar,  además tenía que ir a su gasolinera y así saludaría a su hermano. Aparte tenía una  empresa de recambios en Puerto Ordaz..
Llegado el sábado salimos por la mañana temprano. El viaje lo desarrollamos en una camioneta de lujo creo que de la marca Dodge, tenía caja para carga y seis plazas estupendas para viajeros. Ya de camino, fuimos observando pueblos, y paisajes que él nos iba explicando. Nos enseñó el río Caroní  y el Orinoco, eran enormes. Poco a poco nos adentramos en la Gran Sabana, sus llanuras eran inmensas pero también divisábamos alguna cascada preciosa, valles enormes, los famosos Tepuys (mesetas abruptas de paredes verticales y cumbres planas),  y algún pueblecito con casitas redondas y techos de paja terminados en punta.  Lentamente el paisaje iba cambiando, solamente de pensar que estábamos  cruzando la Gran Sabana nos hacía flipar. Beatriz me decía que tenía un poco de miedo y yo le contestaba – Tranquila, que está contigo Superman,  y nos echábamos a reír los tres.

Impresionante Tepuy-Gran Sabana

Una parada para echar gasolina. Observando el carro (como llaman ellos al automóvil) nos dimos cuenta que Luís llevaba un revólver y un machete metido en una bolsa de plástico blanca que colgaba del   brazo de las luces situado en el salpicadero del auto, por supuesto le preguntamos el motivo de llevar un arma,  a lo que nos contestó que por si acaso, que como ya habíamos comentado, la seguridad en este país es poca. Bueno, lo entendimos, gracias a Dios no hizo ninguna falta. Llegó la hora de comer y lo hicimos en un pueblecito de cuatro casitas,  en un chiringuito con un toldo y una terraza; allí nos comimos unos filetes de bovino con patatas fritas,  (ya no sé más)  y me refiero a la carne, solo sé que  estábamos tan fritos como la carne  por culpa de una maldita temperatura  bochornosa de cerca de 40 grados y que atraía a los  mosquitos por doquier, por lo que no nos quedó más remedio que salir a toda prisa.  
Continuamos el camino hasta que hicimos un alto para ver la “Quebrada de Jaspe” Qué pasada!!! El agua de la cascada se veía totalmente roja debido a la piedra de ese color el “Jaspe”, claro. Antes de acceder a las cataratas, nos paró la policía preguntándonos que íbamos a hacer allí, parece ser que mantenían una vigilancia todo el día porque la gente suele ir a romper piedra para luego venderla y está prohibido por ser un Parque Nacional, desde luego, fue una gracia de Dios concedernos ver esas  maravillas de la naturaleza, quedamos totalmente impresionados.

Quebrada de Jaspe

Poco a poco veíamos cada vez más cerca la selva amazónica, penetramos en ella siguiendo la carretera, pasados 45 minutos Luis nos dijo que íbamos a parar en la cuneta para oír a los pájaros y a los monos y los veríamos saltar entre los árboles altísimos que daban sin remedio una penumbra en el interior de la selva.   Se hizo el silencio y no oíamos nada que no fueran los pájaros en la lejanía. Extasiados mirando hacia arriba  tratando de ver y oír a los monos, Luís  nos dice que seguro que ellos nos están viendo a nosotros. Entonces sacó de la cintura su revólver y nos mandó apartar un poco; nos dijo, atentos y efectuó un disparo al aire que casi hizo que se nos cayeran  los pantalones; en ese momento, vimos a  los monos y a la madre que los parió  saltando por los árboles y gritando alocadamente, permanecieron así durante unos minutos hasta que se callaron de nuevo.

Tepuy y amazonas al fondo

Tragando kilómetros por la carretera de una selva amazónica impenetrable y oscura, llegamos a una explanada enorme con un asentamiento de edificaciones sencillas, también había una gasolinera, paramos y nos dijo que era la suya y la de su hermano,   nos lo presentó más tarde. Esperamos a que terminaran de hablar o arreglar sus cosas, nos despedimos y seguimos viaje.
Al poco tiempo nos dijo que estábamos llegando a El Dorado, un pueblo que había sido fundado por un general y en el cual se hallaba la prisión de más seguridad de Venezuela, la verdad que  no le recomiendo a nadie ir solito y parar en ese pueblo, a Beatríz y a mí no nos daba mucha confianza, era nuestra impresión. El Dorado era  una pequeña ciudad de edificaciones bajas, de poca altura, muy sencillo y la pintura de las casas estaba bastante deteriorada (Hablo de 1998). Había mucha gente en sus  calles estrechas, con los carros aparcados subidos hasta la mitad en las aceras,  casi no se podía circular con un coche. La explicación que Luís nos dio  es que había muchos buscadores de oro y diamantes, que cerca de allí pasaba un río que tenía  el metal, por supuesto estaban  en la selva para lo que abrían una pista con excavadoras hasta llegar al río para establecerse, cuando encontraban algo de oro venían al pueblo para aprovisionarse y se lo gastaban todo en juergas, bebidas y……en lo  que cayera, ese era el motivo por lo que siempre estaban en la pobreza, por lo menos la mayoría, aunque algunos podían destacar, no todos tenían la suerte de encontrar el metal y piedras precioso. En fin, una vida aventurera que te podía durar dos días, seis meses, un año o lo que Dios quisiera, y total para nada.
Nos llevó al río que pasaba por el pueblo, era bastante ancho y en el medio había  una isla, esa era la prisión, sin murallas ni muros, pero sí unas rejas imaginamos que electrificadas. El Estado controlaba  el interior con la policía, puestos de vigilancia, imagino que serían barracones donde habitaban los presos.  El motivo de que no se fugaran es que el río a ambos lados estaba infestado de peces, digamos carnívoros, es decir,  como las pirañas, así que,  el que intentara fugarse no tenía otro camino que el río y nadando, un río sin  corriente y por tanto estancado,  la única suerte era  morir  comido por  dichos peces a los que el Estado cuidaba convenientemente para que permanecieran allí. Las barcas de transporte estaban en tierra firme custodiadas por la policía con metralleta que además vigilaba el rio. Guauuu!!

Plaza principal de El Dorado

Seguimos el viaje por la carretera principal charlando y disfrutando de todo el paisaje que veíamos, después de dos horas más de viaje llegamos a Santa Elena, un pueblo también pequeño y  fronterizo con Brasil. Paramos en un Hotelito y pedimos tres habitaciones y nos quedamos en el restaurante para cenar, cansados y agotados, nos fuimos todos a meter en el sobre porque al día siguiente teníamos que madrugar

Santa Elena

Fontera de Venezuela con Brasil. Un servidor estuvo ahí

Por fin llegamos a la frontera por Pacaraima,  el primer pueblo de Brasil, estuvimos un rato visitándolo y nos dimos la vuelta. Fue una gran satisfacción haber llegado  y estado en Brasil. Fin del viaje de ida, claro. Pero no nos quedó más remedio que iniciar el de vuelta a Puerto Ordaz, así que, nos pusimos manos a la obra
No paramos hasta su gasolinera, llenó el depósito, y en compañía del hermano nos fuimos a comer. En el transcurso del viaje y cruzando la selva amazónica, paramos en un pueblecito pequeño, quería presentarnos a dos gallegos que vivían en el con sus respectivas parejas, las dos nativas criollas y mucho más jóvenes que ellos que rondaban los 75 años y ellas unos 40. Eran felices y no había más que hablar, por eso vivían en la selva. Mi otro yo, el yo que tenemos todos dentro me decía – Dios mío, a donde se vinieron a vivir estos gallegos, pero en fin…cada uno….Seguimos viaje e hicimos dos paradas en la selva, precisamente en esas pistas de las que os hablaba antes, abiertas por las excavadoras para los buscadores de oro, nuestro anfitrión salió con su revolver en la mano y nos introducimos por dicha pista unos 40 metros con el objeto de oír la variedad de pájaros y animales que emitían los múltiples sonidos. Luego nos dijo que el motivo de llevar el revolver era por si pudiera aparecer algún animal salvaje o animal humano, en la selva nunca se sabe


Pasadas unas horas  y cruzada la parte que correspondía de selva, salimos de lleno a la Gran Sabana para llegar en poco tiempo  a un pueblo indígena con las casitas redondas y tejados de paja, casi igual al  que vimos a la ida. Paramos un ratito para estirar las piernas y entramos en una pequeña  cafetería a tomarnos unos refrescos. Seguimos hasta llegar a unas cataratas que eran relativamente pequeñas pero preciosas, sacamos fotos y otro recuerdo que llevamos Beatriz  y yo fueron los mosquitos. Eran insignificantes, pequeños y negros, nos martirizaron la cara y los brazos. En fin… poco a poco el día se fue convirtiendo en atardecer y  fuimos llegando a Puerto Ordaz. 

Esta es la cafeteria de la Hermandad, en esas mesas se sentaba un servidor. A la derecha está el comedor y arriba las oficinas y salones.  Fuera un gran espacio para eventos y la piscina-

Con algunos de mis alumnos

Al día siguiente, lunes continué las clases que con la colaboración e interés de los alumnos se fueron desarrollando satisfactoriamente.

Para el viernes tenían preparada una fiesta en mi honor dado que las clases estaban rematando, prepararon la gran terraza para la celebración, Llegado el día, el espacio se iba llenando de gente, sobre las 13,30 horas llegó una furgoneta con el cáterin preparado y después de comer empezó a tocar una orquesta hasta el atardecer. Aquello fue un desparrame por lo que yo me sentía feliz y satisfecho por haber hecho bien mi trabajo, porque los alumnos habían aprendido y por toda aquella gente de mi tierra que por avatares de la vida,   un día  tuvieron que irse para Venezuela a buscarse la vida, unos triunfaron y otros menos. Yo les miraba y pensaba que nunca más les volvería a ver…pero en fin era la vida así, el caso es haber hecho las cosas lo mejor posible. Y para terminar, solamente decir que solo siento gratitud y admiración por ellos. A todos, muchas gracias.

Espero que os haya gustado esta mi historia folclórica. Ahora,  en la actualidad, solo ensayo con mi compañero Manolo y una vez al año toco con sus hijos, (con los míos es imposible al hallarse fuera de Galicia),  en la famosa comida tradicional que ofrece. La cuestión es que al no ensayar se van perdiendo facultades, pero únicamente se trata de meterse en el recuerdo que un día fue realidad. Hasta pronto  amigos.  

9 comentarios:

  1. Muy interesantes sus avatares en el mundo del folclore gallego, es pena que llegue a su fin, era agradable compartir las experiencias que otros no hemos podido vivir. Espero siga deleitándonos con noticias o anécdotas. Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias. La verdad es que todavía me quedan muchas cosas en el tintero, de unas me acuerdo y de otras menos. Más adelante seguramente contaré otras vivencias, pero de momento, habrá que relajarse. Hay muchas cosas más que contar no cabe duda. Le agradezco su amabilidad por hacer un alto en mi blog. Un cordial saludo, y un abrazo..

      Eliminar
  2. ¡No es posible que esto termine!nos hemos sentido como viviendo en primera persona todas tus experiencias, esta ultima (esperemos que no sea la ultima)¡que aventuras y que lugares tan maravillosos .Hasta pronto Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Ángeles, muchas gracias. Te gusta recordar verdad. Bueno, ya contaré más. Lo que ocurre es que no quiero ser pesadito extendiendo mucho el tema, podría llegar hasta las doce partes, pero así saben mejor. Jajajaja. Un bico.

      Eliminar
  3. Ha sido sumamente agradable repasar contigo todos estos viajes y anécdotas que has tenido la amabilidad de compartir con nosotros.

    Da penita que, como dices, haya llegado a su parte final pues era estupendo esperar el siguiente capítulo.

    Lo has contado de una manera sencilla y muy grata. Un auténtico placer pasar por aquí y disfrutar de todas esas divertidas e interesantes experiencias que la música te ha proporcionado.

    Muchas gracias y un besito grandote.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Amalia. Efectivamente podría llegar al capítulo 12, pero tampoco quería excederme. Aun así, puede que hayan sido un poco largos. Si he conseguido que estas historias os agradaran me doy por satisfecho. Sois un encanto como comentaristas. Un beso para ti.

      Eliminar
  4. Me gustó muuuucho este relato!!! Aunque... eso de que "nunca los volvería a ver"... ejem, ejem, que habemos alumnas muy pesadas que perseguimos a los porfes por doquier, jejeje. Aunque sea en fotos sí que nos hemos vuelto a ver! jejeje. Besitos de una alumna de Puerto Ordaz! Pili.

    Pd: me he tropezado con este blog por casualidad buscando otra cosa en Google!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Holaaaaaaa, Pili. Que alegria. Muchas gracias por pararte en mí blog. Tienes razón, reconozco que me faltó decir salvo excepciónes. Que linda es Venezuela, fue un viaje maravilloso y conocí a grandes personas y puedo presumir de habertenido unas alumnas excelentes, por ejemplo, tú. Un beso grande para tí.

      Eliminar
  5. ...me reafirmo en mi afirmación: de mí no se libra nadie tan fácil!!! Jajajaja!!! Biquiños! Pili.

    ResponderEliminar